Miocarditis
Autor: Dr. Carlos Labrandero Lera (Cardiólogo, Unidad de Cardiopatías Congénitas, Hospital Universitario Montepríncipe. Madrid)

La miocarditis es una causa común de fallo cardiaco agudo en los niños. Consiste en una inflamación del músculo cardiaco que ocasiona un aumento del tamaño del ventrículo izquierdo. Por la inflamación del ventrículo, éste disminuye su fuerza para bombear la sangre a los órganos (disfunción ventricular), generando disminución del aporte sanguíneo a los tejidos. Al aumentar el tamaño del ventrículo izquierdo, la válvula mitral tiene dificultades para cerrar y puede aparecer escape de la sangre (insuficiencia mitral), sobrecargando de líquido a la aurícula izquierda y a los pulmones (edema pulmonar). Esta situación de exceso de líquidos también afecta al ventrículo derecho, que también puede contraerse peor, y al hígado, apareciendo inflamación (hepatomegalia) y acúmulo de líquidos en los tejidos (edemas). Es difícil saber cuántos casos de miocarditis aparecen en los niños, dado que en un porcentaje alto de individuos el cuadro pasa desapercibido por la ausencia de síntomas, o por la presencia de síntomas inespecíficos catarrales transitorios. En algunos niños la inflamación del ventrículo izquierdo persiste, el ventrículo izquierdo no recupera su tamaño y se queda con un tamaño más grande de lo normal. Estaríamos entonces en una situación de miocardiopatía dilatada

Causas de miocarditis

Las causas de miocarditis pueden ser muy variables:

  • Infecciosa: los virus son los desencadenantes más frecuentes, y hay que hacer diferentes estudios en sangre para intentar llegar al diagnóstico. Los virus más habituales causantes de miocarditis son: parvovirus B19, adenovirus, citomegalovirus, coxsackie, virus herpes y varicela. Las bacterias pueden también afectar al músculo cardiaco, aunque con menos frecuencia que los virus. También habrá, por tanto, que analizar la sangre para descartar bacterias responsables de miocarditis (Streptococo, Staphylococo …). Los hongos y los parásitos son muy poco frecuentes en este contexto.
  • Inmunológica: algunos fármacos, como determinados anticonvulsivantes, pueden originar una activación desmesurada del sistema inmune que finalmente acaba dañando determinados órganos como el corazón. También hay enfermedades inmunológicas (lupus, artritis reumatoide, miastenia gravis), poco frecuentes en niños, que generan anticuerpos que afectan al músculo cardiaco. En los niños debemos descartar la enfermedad de Kawasaki, que consiste en una inflamación de los vasos coronarios (dilataciones coronarias), y que puede originar miocarditis en la fase aguda de la enfermedad.
  • Tóxica: por fármacos (quimioterapia, anfetaminas…), por metales pesados (hierro, cobre), por déficit de vitaminas.

Síntomas de miocarditis

La forma de presentación clínica depende de la edad, de la agresividad del microorganismo y del grado de afectación del músculo cardiaco. Dado que los virus son los causantes más frecuentes de miocarditis, podemos encontrar en los días previos fiebre o un cuadro catarral. A modo de resumen, los síntomas pueden ser:

  • Dificultad respiratoria, fatiga, acúmulo de líquidos en hígado, cara y miembros inferiores, dolor abdominal (síntomas de insuficiencia cardiaca).
  • Malestar general, decaimiento, tendencia al sueño, frialdad periférica (situación grave de shock).
  • Arritmias supraventriculares o ventriculares y trastornos de la conducción que pueden desencadenar pérdida de consciencia (síncope).
  • Dolor torácico intenso tipo opresivo.

¿Cómo se diagnostica la miocarditis?

El diagnóstico habitual se basa en criterios clínicos y en pruebas no invasivas. Para tener una certeza del diagnóstico de miocarditis, tendríamos que comprobar la inflamación del músculo cardiaco en una biopsia del corazón. La biopsia se reserva a casos seleccionados, dado que es una prueba agresiva que puede ocasionar complicaciones graves.

En la radiografía de tórax se visualiza líquido en los pulmones (congestión pulmonar) y el tamaño del corazón (que puede ser más grande de lo normal o conservar su tamaño). El electrocardiograma nos informa que el corazón va más rápido de lo normal (taquicardia sinusal) y podemos encontrar trastornos de conducción (diversos grados de bloqueo) o arritmias. Con el ecocardiograma descartamos la presencia de cardiopatías congénitas, determinamos la función de los ventrículos, su tamaño y la presencia de inflamación del pericardio (derrame pericárdico).

En las analíticas de sangre se estudia la función hepática y renal, la coagulación y las enzimas cardiacas, que pueden estar afectadas en distinto grado.

La resonancia magnética puede detectar cambios en el músculo cardiaco sugestivos de miocarditis como edema (inflamación), aumento del aporte sanguíneo en las zonas inflamadas (hiperemia) y destrucción de los miocitos (necrosis). Esta prueba se puede realizar en los niños que están estables, ya que es una prueba larga que requiere sedación y no siempre se tolera bien en los pacientes con mala función cardiaca.

Tratamiento de la miocarditis

 En líneas generales se basa en el control de los síntomas de insuficiencia cardiaca y tratamiento de las arritmias. En todos los casos, aunque no haya síntomas, se recomienda ausencia de esfuerzo físico para dejar reposar el corazón hasta la completa resolución de la inflamación.

El tratamiento médico incluye diuréticos para eliminar exceso de líquidos, fármacos que ayuden a la contracción del corazón (inotrópicos) y antiarrítmicos en el caso de arritmias. Si aparecen trastornos de conducción con bloqueo (disminución de la frecuencia cardiaca), los pacientes pueden necesitar marcapasos de manera transitoria o definitiva. Además, se pueden administrar inmunoglobulinas intravenosas (anticuerpos), dado que tienen un efecto antiviral y capacidad de mejora de la respuesta del sistema inmune, y corticoides con el objetivo de disminuir la inflamación. Aquellos niños que se encuentran muy graves e inestables a pesar de la medicación pueden necesitar un soporte mecánico con un corazón artificial (ECMO), tal como se aprecia en la figura superior, para lograr estabilizar la situación antes de un deterioro irreversible. Si continúa la situación de gravedad con ventrículo izquierdo muy grande y con mala función, pueden requerir un trasplante cardiaco.