La alimentación y la nutrición en los primeros meses de vida son pilares básicos para el crecimiento y el desarrollo adecuado de los niños. Si un niño no se alimenta correctamente, existe riesgo de desnutrición, definida como la alteración en el tamaño y de la composición del cuerpo debido a un aporte insuficiente de nutrientes; pero no sólo es un problema de peso, como veremos más adelante.
¿Por que los niños con cardiopatía congénita no aumentan de peso?
Los niños con cardiopatías congénitas son más vulnerables a la desnutrición (sobre todo los recién nacidos y lactantes) y las causas son múltiples. En resumen, la desnutrición se produce porque estos niños gastan más energía de la que consumen. Las causas de desnutrición más importantes son:
- Tienen mayores requerimientos: muchos pacientes con cardiopatía tienen insuficiencia cardíaca, su corazón late más rápido, respiran más veces por minuto, sudan porque se fatigan y eso condiciona mayor gasto de energía. La energía que obtienen de los alimentos que consumen la gastan en el funcionamiento del corazón y los pulmones, y no quedan calorías suficientes para crecer y engordar. Por ello, los depósitos de grasa son escasos.
- En general son pacientes con poco apetito y que se sacian precozmente. Muchos pacientes tienen dificultad para respirar, lo que provoca fatiga, por lo que acaban tomando menos cantidad de la que necesitan. Los lactantes que toman pecho o biberón tienen que pararse y descansar, por lo que las tomas se hacen muy largas.
- La situación de insuficiencia cardíaca hace que el sistema gastrointestinal no funcione de manera óptima y no pueda aprovechar todos los nutrientes.
- Las hospitalizaciones frecuentes, que suponen un cambio en el entorno del niño, pueden producir ansiedad y otros problemas de comportamiento en relación a la comida.
Por todo ello, los niños con una cardiopatía crecen más despacio que otros niños de su edad, y son más delgados.
Entre los efectos negativos de la desnutrición encontramos las alteraciones en el sistema inmunológico, lo que supone más riesgo de infecciones e incremento de las hospitalizaciones.
Lactancia materna y hospitalización
La lactancia materna es, en general, superior a la artificial. La materna ofrece, para el niño, numerosas ventajas nutricionales, inmunológicas (defensas contra infecciones) y de apego con la madre, y siempre que sea posible será la alimentación de elección para el recién nacido y el lactante. Tiene el inconveniente en los cardiópatas de que exige mayor esfuerzo en la succión y hay que aceptar que las tomas serán más lentas y más frecuentes para evitar la fatiga. Otro inconveniente es que es más difícil conocer la cantidad exacta de leche que el niño está tomando, la cual es a veces es importante conocer, sobre todo en situaciones clínicas comprometidas.
Es frecuente que las madres nos pregunten si, durante una hospitalización para realizar un procedimiento terapéutico, como un cateterismo o cirugía, el niño puede seguir con la lactancia materna. La respuesta es sí. Aunque el niño no pueda tomar nada por boca el día del procedimiento y posteriores, la madre puede extraer la leche y guardarla refrigerada en la nevera del hospital; cuando el niño ya pueda tomar por boca, la madre puede extraer la leche, pasarla a un biberón y dársela al niño (de esta manera, se sabe la cantidad que el niño toma en situaciones clínicas más delicadas y se disminuye el esfuerzo en la succión) y, posteriormente, cuando ya esté mejor, ofrecer directamente el pecho al niño.
En las unidades neonatales se facilita a la madre el material necesario, como el sacaleches, para estimular el pecho y poder aprovechar cada gota de calostro (es la leche materna de los primeros días, de muy alta calidad) y posteriormente de leche materna.
En algunos tipos de cardiopatías, el recién nacido, según nace, debe ser ingresado en la unidad de cuidados intensivos, y puede que pase periodos de dieta absoluta.
Alimentación: Antes y después de los procedimientos de cateterismos y cirugías
Antes del procedimiento 4 horas en los lactantes y 6 en niños más mayores, es necesario mantener una dieta absoluta (no comer ni beber nada) antes de cualquier anestesia, para evitar el vómito y posible aspiración (que la comida se vaya a los pulmones al vomitar) con la anestesia. Para que el niño aguante sin tomar nada durante esas horas, es aconsejable proporcionarle, justo antes del inicio de este periodo de dieta absoluta, una comida o toma abundante; después hay que aguantar como sea… aunque llore…
Durante unos días posteriores al procedimiento, el niño no podrá comer para evitar complicaciones intestinales. Continúa, pues, el periodo de dieta absoluta. En esos días la alimentación se administra por vía intravenosa, en forma de nutrición parenteral con sueros y goteo (aporta líquidos, azúcar, minerales, vitaminas). Cuando la situación del niño es estable, se inicia la alimentación enteral a través de la sonda nasogástrica (un tubito que va desde la nariz o boca del niño al estómago), que durante el procedimiento ha servido para drenar el contenido gástrico y evitar que se aspire a los pulmones. La alimentación por sonda tiene la ventaja de que se evita la succión y deglución, que pueden ser problemáticas en un niño en situación clínica delicada. Cuando el niño está consciente y respira con normalidad, la alimentación pasa a ser directamente por boca. Es la alimentación oral. La sonda nasogástrica suele retirarse en pocos días, cuando confirmamos que toda la alimentación puede ser directamente por boca sin problemas de succión ni deglución.
En algunas ocasiones hay que prolongar el tiempo de alimentación enteral con sonda, incluso en casa después del alta hospitalaria, o bien alternarlo con la alimentación oral. El personal sanitario, en estos casos, enseña a la madre el manejo de la sonda nasogástrica en casa, supervisando de cerca la situación.
Ya en casa después de un cateterismo o cirugía, uno de los problemas a afrontar será la alimentación de vuestro hijo. Los primeros días pueden ser duros, pero con paciencia y con unos consejos todo irá normalizándose.
- Es probable que el niño tenga poco apetito; es algo normal en la recuperación tras una cirugía. Según vayan pasando los días irá mejorando. Hay que ofrecer alimentos sin forzar para evitar vómitos y rechazo. Las tomas pueden ser largas los primeros días. La persona encargada de darle de comer tiene que estar cómoda y relajada. El niño igualmente debe estar tranquilo y adoptar una postura adecuada según su edad; por ejemplo, semi-incorporado en los lactantes, ayudándoles en la sujeción del cuello.
- Es recomendable ofrecer la toma lentamente y hacer descansos. Habrá tomas en las que no tome todo lo que querríamos, pero hay que tener paciencia y esperar a la siguiente toma.
- Es muy importante ser pacientes, evitar la ansiedad y los enfados que pueden llevar a nuestro hijo a conductas aversivas. No os frustréis porque no coma todo lo que queréis ahora, porque irá mejorando poco a poco.
Alimentación en casa en situaciones especiales
Dieta sin sal en los cardiópatas: Los niños pequeños con cardiopatías no suelen requerir dieta sin sal estricta como los adultos, pues la alimentación sería más insípida provocando la disminución del apetito; pero en ocasiones podemos recomendarla, sobre todo en niños mayores y adolescentes.
Dieta de quilotorax: Se trata de una dieta pobre en grasas y derivados de la leche y que se indica después de las operaciones de Fontan y en aquellos procesos que hayan cursado con derrames pleurales abundantes. Cada hospital proporciona un listado de los alimentos permitidos y prohibidos en el momento del alta. Dicha dieta se suele mantener 1-2 meses después de la operación.
Cuando el estado nutricional está comprometido es necesario aportar más calorías al día de lo que el niño toma por boca, y tenemos varias opciones:
- Colocar una sonda nasogástrica de forma similar a las que se usan en los procedimientos de cirugía y cateterismo. Por la sonda puede administrarse de manera continua alimento, incluso mientras el niño está dormido, y completar las tomas que no pueda el niño acabarse por boca debido a la fatiga. Así conseguiremos al final del día que haya tomado más cantidad de leche de la que tomaría por sí mismo.
- Si la previsión de necesidad de sonda nasogástrica es de varios meses, puede realizarse una gastrostomía. En este caso se coloca un dispositivo en el estómago del niño mediante una intervención quirúrgica sencilla, y a través de él podemos administrar los alimentos.
- Ambas técnicas son eficaces y seguras. Es recomendable continuar ofreciendo alimentos por boca para seguir estimulando y enseñando a comer al niño, salvo que exista una contraindicación médica (por ejemplo, niños con alteraciones en la deglución que podrían atragantarse).
- Otra opción es usar fórmulas hipercalóricas. Se trata de fórmulas de leche artificial enriquecidas, de manera que el mismo volumen de leche aporta más energía; así conseguimos que el niño tome el mismo volumen de leche, pero más calorías. Existen fórmulas adaptadas a cada etapa de la vida, desde recién nacido hasta la edad adulta. En general son fórmulas con buena palatabilidad (buen sabor) y de fácil digestión.