Soplos cardíacos: inocentes y orgánicos
El soplo es la causa más frecuente de consulta en Cardiología Pediátrica, y afecta a niños de todas las edades, aunque especialmente a aquellos que están en edad preescolar y escolar.
El soplo no es más que un “ruido” que se oye a la auscultación del corazón y que se debe al sonido o la turbulencia que hace la sangre al pasar por el corazón o por los vasos sanguíneos. Es como escuchar el agua correr por las tuberías, y aunque se oiga el agua correr, no significa que la tubería esté estropeada. Cuando el motivo de consulta es por la auscultación de un soplo, y comprobamos que no existe ningún síntoma de alarma (fatiga, rechazo de las tomas, estancamiento de peso, mal color, dolor torácico, mareos o antecedentes familiares…) y el estudio cardiológico es normal, lo catalogamos, pues, de INOCENTE, y no se requieren más revisiones (porque no hay nada que revisar). Y a la pregunta de si “puede hacer vida normal”… ¡por supuesto! Porque es un niño sano desde el punto de vista cardiológico.
En un pequeño porcentaje (1%), la causa del soplo es patológica y efecto de la presencia de una cardiopatía. Son soplos orgánicos.
Pre-síncope/ síncope vaso-vagal
Este motivo de consulta, también muy frecuente, es más habitual en niños mayores y adolescentes. Se trata de una sensación brusca de inestabilidad, debilidad y manifestaciones visuales como visión borrosa u “oscura”, que el paciente suele definir como “mareo”, y síncope a las manifestaciones previas cuando se siguen de pérdida de conocimiento. Suelen acompañarse de palidez, sensación de calor y sudoración fría. Pueden ir acompañados de náuseas, vómitos y dolor abdominal. Son las “lipotimias” de toda la vida.
Se produce una bajada brusca de tensión arterial y de frecuencia cardíaca. Los episodios son breves y autolimitados, y el niño se recupera inmediatamente y con total normalidad, aunque a veces se queden como “cansados y mareados” algo más de tiempo.
Las causas más frecuentes son el ayuno prolongado, sitios muy concurridos y calurosos, estar mucho tiempo parado y de pie (los famosos desmayos en la iglesia…), incorporación brusca, dolor, ver algo que le impresione (sangre, una herida…). Por eso, el niño con tendencia a presentar estos cuadros debe evitar estos factores desencadenantes, ingerir abundantes líquidos y, muy importante, adoptar las medidas posturales cuando note los síntomas: sentarse con la cabeza hacia abajo o tumbarse con las piernas hacia arriba (de este modo evitaremos que se caiga y se golpee la cabeza).
Presincope o sincope NO vaso-vagal
Los pre-síncopes/síncopes sin pródromos, “sin avisar” (no precedidos de “mareo”), producidos durante el ejercicio, estrés o sobresalto, asociados con dolor torácico, palpitaciones, y en presencia de antecedentes personales de cardiopatías y/o antecedentes familiares de muerte súbita en personas jóvenes, no son de tipo vaso-vagal. Se trata de un cuadro mucho más serio que nos obliga a descartar síncope/pre-síncope cardiogénico. En estos cuadros el corazón está directamente implicado en la generación de los síntomas, generalmente a causa de una arritmia severa, como las taquicardias ventriculares rápidas o el flúter/fibrilación ventricular. El cardiólogo debe realizar un estudio cardiológico completo, al menos con un ECG y una ecocardiograma, valorando la realización de otras pruebas que consideremos necesarias.
Dolor torácico
La consulta por dolor torácico es más habitual en niños mayorcitos, quizá algo más en varones, y sobre todo en niños que practican deporte habitual.
Normalmente, ese dolor se describe como “pinchazos” (que incluso a veces son tan intensos que se conoce como “Punzada de Teixidor”, e incluso el niño deja de respirar durante un segundo hasta que se le pasa…), y suelen ser de causa musculo-esquelética. Suelen ser breves y desaparecen sin más y no están relacionados con el corazón.
Otra posibilidad es el dolor a la palpación de la unión de las costillas con el esternón. Ahí hay un cartílago que en ocasiones se inflama y produce una costocondritis. Con unos días de ibuprofeno y reposo relativo, suele desaparecer sin más.
En ocasiones, el niño describe el dolor como “opresivo” (como si le apretaran), y dependiendo de las características del dolor, la intensidad, la localización, si se exacerba con algún movimiento, si tiene antecedentes personales de cardiopatía o Enfermedad de Kawasaki, y si se asocia a fiebre o a algún síntoma (por ejemplo un desmayo) o signo de alarma (un ECG alterado), hay que descartar causa cardíaca, como una pericarditis (inflamación de la bolsa que rodea el corazón) o dolor causado por otras etiologías (respiratorias, esofagitis, reflujo…).
Segunda opinión
Es una causa bastante frecuente hoy día en cardiopatías complejas o ante decisiones difíciles.