No es difícil querer ser Pediatra desde corta edad cuando tienes en casa el mejor referente. Mi padre, era y es un excelente Pediatra. Sabía realizar las preguntas oportunas en cada caso, era meticuloso en sus exploraciones, certero en sus diagnósticos y se expresaba con facilidad a la hora de explicar sus impresiones y sus planes de cuidados para el paciente. Generaba confianza y sabía transmitir tranquilidad a unos padres muchas veces angustiados por la salud de sus hijos. Su profesión le hacía feliz.

     Ahora está ya jubilado pero sigue ejerciendo de abuelo-pediatra.

    Se dice que el artista nace y no se hace. Lo cierto es que se hace, pero debe nacer con su valiosa capacidad. El médico igual.

    La medicina es un arte que cada día se perfecciona aprendiendo como mejorarlo, pero precisa un importante impulso vocacional, valores humanos, empatía, esfuerzo y dedicación.

     Todas esas cualidades las tenía un Cardiólogo del Hospital Puerta de Hierro, encargado de la Unidad de Trasplantes de adultos de ese Hospital. Fue mi segundo referente, un gran maestro durante mis prácticas de estudiante en la Facultad.