Muchos pacientes llegan a nuestra unidad por problemas en su válvula aórtica; tanto porque falla su función de evitar que la sangre vuelva hacia atrás al ventrículo izquierdo (insuficiencia aórtica), como cuando su apertura se ve alterada creando una obstrucción para el bombeo de la sangre desde el corazón al resto del cuerpo (estenosis aórtica).
Cuando estas lesiones son lo suficientemente severas pueden tener una grave repercusión sobre la función del musculo cardiaco; antes de que esto ocurra tenemos que poner una solución.
En los adultos la solución más clásica pasa por sustituir la válvula aórtica por una prótesis biológica o mecánica, cada una con sus ventajas e inconvenientes.
Pero… ¿y que pasa con los niños?
No existen sustitutos de tamaño adecuado para muchos de estos pacientes, y en los que si lo hay, el niño crecerá pero la prótesis no. Además, estos pacientes requerirán de tratamiento crónico con anticoagulantes. Estas son las razones que nos han impulsado en la UCC (Unidad de Cardiopatías Congénitas) para convertir la reparación valvular en uno de nuestros objetivos prioritarios. Existen múltiples técnicas de arreglo para resolver varios mecanismos que hacen que las válvulas no funcionen correctamente (valvuloplastia); la idea fundamental en todos los casos es preservar la propia válvula del niño, para evitar los anticoagulantes y permitir el crecimiento natural de la misma.
En algunos casos, pocos, la reparación no es posible y una prótesis no es una opción, es para estos casos para los que se desarrolló la intervención de Ross, en la que se toma la propia válvula pulmonar del paciente y se extrae para reposicionarla como una nueva válvula aórtica implantando un sustituto en el lado pulmonar. Esta técnica ofrece buenos resultados y es una opción a tener en cuenta en algunos pacientes, permitiendo que el niño pueda continuar su desarrollo con una válvula aórtica que no necesitara anticoagulación y que podrá crecer con el pequeño. El inconveniente de esta intervención es que es técnicamente más compleja que la valvuloplastia o la sustitución valvular y que el sustituto que utilicemos para la válvula pulmonar precisara de recambio en el futuro, por degeneración y por el propio crecimiento del niño que hará que el injerto termine quedándose pequeño.
¿Y si hubiera otra opción cuando no podemos reparar la válvula?, ¿Y si existiese una técnica que evitase utilizar una prótesis?, ¿y si esa técnica no tuviera las contrapartidas del Ross?
La respuesta a estas preguntas fue desarrollada en Japón en el año 2007 por el Dr. Ozaki. La técnica de Ozaki es capaz de reconstruir por completo una válvula aórtica con un diámetro mínimo de 13mm, a partir del propio pericardio del paciente. Gracias a las plantillas y patrones para sutura ideados por el Dr. Ozaki, podemos utilizar el propio tejido del niño para crear una nueva válvula aórtica desde cero.
Esta novedosa técnica ofrece múltiples ventajas: para empezar, permite sustituir la válvula aórtica sin tener que depender de una prótesis que requerirá anticoagulación permanente y que no crecerá con el niño. Además, en aquellos casos en los que no dispongamos de una prótesis de un tamaño adecuado, podemos evitar “hipotecar” la propia válvula pulmonar, como hace la operación de Ross, conservando así la integridad del resto de estructuras del corazón.
La técnica de Ozaki conserva la dinámica natural de la raíz aortica al no intervenir sobre la misma como el Ross y al no fijarla con un anillo rígido artificial como las prótesis aórticas.
El tejido utilizado, aunque es el del propio paciente, no crecerá como si lo hace el Ross, pero en cambio, la reconstrucción de la nueva válvula se realiza utilizando una cantidad redundante de tejido que permite su despliegue, hasta cierto punto, con el paso del tiempo; además, al no quedar fijado el anillo aórtico por material sintético como en las prótesis, este puede seguir aumentando de tamaño.
¿Y donde está la pega?
Como ocurre con todas las técnicas novedosas existen incertidumbres, y aunque este procedimiento esta sólidamente descrito y seguido en pacientes adultos, es todavía una incógnita el largo plazo en los pacientes pediátricos. No obstante, algunos de los grupos que marcan el camino a seguir en nuestra especialidad, como el del Children’s Hospital de Boston, están apostando por esta técnica publicando resultados prometedores con la misma.
La realización de esta intervención requiere de una experiencia previa en reparación de la válvula aórtica, así como una formación específica que todavía pocos cirujanos tienen en nuestro país. El equipo de cirujanos de la Unidad de Cardiopatías Congénitas poseemos experiencia personal con esta técnica desarrollada en nuestra actividad publica; experiencia que podemos aportar a nuestro proyecto personal en el seno de la UCC.
En la UCC podemos ofrecer a vuestros pequeños un amplio abanico de posibilidades para el tratamiento de la patología de la válvula aortica, desde las mínimamente invasivas técnicas intervencionistas de nuestros Cardiólogos Hemodinamistas, hasta las nuevas técnicas quirúrgicas en las que nuestros cirujanos son vanguardia.
Así que si tu pequeño tiene un problema en su válvula aórtica… ¿Por qué no hablamos?
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